martes, 4 de noviembre de 2014

Embarque a Kythera



Con rumbo a Citerea los botes zarpan,
con aire de fandango, viento en popa,
la city prometida leche fluye
y miel, que me bauticen en Sevilla
                                                                                         
y en santo venia tenga mi epitafio;
que no mi desnudez vistan de rojo,
que no mi soledad colmen tus mares.
Galopo sobre encabritadas nubes,

la tarde era el vergel donde jugaba
un niño que era yo, la tarde era
concierto de domingo y zanahorias;

la noche es el silencio donde vago:
mi sino el de Moisés, y mi velero
por tus mares sin sal, rojas las velas.



Texto: Carlos Hans de la Cruz.
Imágenes de la obra "Embarque para Citerea" de Watteau. (Detalles).

martes, 30 de septiembre de 2014

Trigo y caracoles



Ven con las alas de una tarde gris,
ven cuando no te esté esperando,
ven con el aguacero que bautizará este encuentro
de gatos y ratones,
de trigo y caracoles;
amor que vas y vienes como el viento.

(1) Ven cuando bostece el centinela,
cuando la ciudad esté durmiendo
ven con el aguacero que bautizará este encuentro
amor que llegas trayendo paz;
amor efímero que te vas
dejando el tormento.

Y yo voy a esperarte cada tarde cuando caiga el sol,
y tú llegarás con tu risa de porcelana,
volverás con las flores y el candil en la mirada:
candil que mata,
me quema el alma,
ay me va matando.

Y yo voy a escribirte los poemas del atardecer,
y tú con la mirra y el incienso y las canciones…
vuelve con la tarde gris,
cuando el mundo duerma al fin,
cuando se hayan acostado los fisgones.  (2)

                                                             (Se repite del 1 al 2). 


viernes, 11 de julio de 2014

Peña del Vaterclos: cinco años promoviendo el arte joven




La peña del Vaterclos surge en Remedios, en el verano del año 2009. Por aquel entonces nos reuníamos en la glorieta del parque José Martí estudiantes de las escuelas de arte que estaban de vacaciones, estudiantes universitarios, artistas de la AHS y algunos otros jóvenes... guitarra de por medio, para cantar canciones de Silvio, Pablo, Sabina, Carlos Varela, Frank Delgado... No existía, en ninguna institución del municipio, un espacio para los jóvenes apasionados de la poesía, la plástica, la trova... No teníamos en Remedios un Mejunje, una Trovuntivitis... Los centros “culturales” y recreativos solo concedían lugar al reggaetón y la música bailable, generalmente foránea, que es la que le gusta – según la administración de dichos centros – a la juventud cubana. Y no es menos cierto que a la mayoría de nuestros coetáneos les gusta consumir esta música, pero nosotros, la minoría que en cifras estadísticas podía representar nuestro grupito, nos sentíamos a veces excluidos por la falta de un espacio alternativo donde pudiéramos satisfacer nuestras necesidades de consumo cultural. Excluidos por las políticas de programación que se conciben desde las generalizaciones, desde el criterio de mayoría, ignorando casi siempre la diversidad, la pluralidad de intereses inherente a cualquier sociedad en cualquier momento histórico concreto. Fue entonces cuando decidimos procurarnos un espacio, cuando tomamos por asalto el patio del Museo Casa de Alejandro García Caturla y celebramos nuestra primera peña, hace cinco años ya. Era viernes 31 de julio, y los asientos no alcanzaron; ciertamente, no éramos tan “poquitos” los jóvenes de Remedios que anhelábamos un espacio como este.
El término Vaterclos significa inodoro, y fue elegido como homenaje a la obra “El urinario” de Marcell Duchamp, para dejar bien claro, desde el propio título, la afinidad con el arte joven, de vanguardia; la ruptura con cánones establecidos.
En el año 2011 la peña comenzó a ser patrocinada por la filial villaclareña de la Asociación Hermanos Saíz, y durante un buen tiempo constituyó el único espacio permanente de la Asociación con sede en un municipio, o sea, fuera de la capital provincial.
Artistas y agrupaciones del centro de Cuba entre los que podemos mencionar al grupo Alba-k roja, el Dúo Doble Rol, el Dúo Touché; la vocalista Jennifer Rodríguez, el guitarrista Norberto Guerra, la violinista Rosabel Mederos; el trovador Yatsel Rodríguez; los artistas de la plástica Yunier Gómez, Sunami Espinosa, Reynier Luaces, Maykel Guedes; los escritores Mauricio Escuela y Carlos Ramos... han presentado su obra en esta peña, intercalando la música instrumental y la canción de autor con la poesía, la instalación y el performance en un espacio abierto a ideas atrevidas y cerrado, como es de suponer, a la ligereza y la banalidad que amenazan con permear el gusto estético de nuestras nuevas generaciones.

 Yatsel Rodríguez y Norberto Guerra

Desde el año 2013, gracias al apoyo del Sectorial Municipal de Cultura de Remedios, comenzamos a invitar a algunos cantautores jóvenes de la capital como Charly Salgado, Ihosvany Bernal y Samuel Águila. 

 Charly Salgado y Rosabel Mederos

Creada y conducida por el poeta Carlos Ramos, la Peña del Vaterclos, en Remedios, se consolida como un espacio para la confrontación y el diálogo con el arte joven de Villa Clara y Cuba. La invitación queda hecha para celebrar sus cinco años este 31 de julio, a las 9:30 p.m. en su sede habitual del Museo Casa de Alejandro García Caturla.

jueves, 5 de junio de 2014

Crisálidas



   Sueña con ser escritor, se imagina ante los grandes auditorios, rodeado de los fanáticos que vienen con sus libros para que él los dedique y los firme. Y que sus libros rompen todos los récords de ventas, son bestsellers. Que los fanáticos andan con sus libros bajo el brazo... Pero no ha publicado libro alguno. Se gana la vida vendiendo libros de otros, en una vieja librería de la Habana Vieja.
   - Tus cuentos son crisálidas – le dice el profesor.
   Él organiza las páginas impresas, las guarda cuidadosamente dentro de su bolso rojo y vuelve cabizbajo a casa, tratando de encontrar en las aceras, en el humo de los autos o en un latón de basura ese polvo de hadas que precisa para que sus personajes y conflictos echen por fin a volar.   
   Enciende el ordenador y se sienta frente a él, invoca a las musas griegas, a los espíritus de Baudelaire y Cortázar, a los astros y los ancestros que moran en la bóveda celeste. Cierra los ojos y deja que sus dedos presionen al azar las letras en el teclado. Es infértil el intento. Contempla su techo blanco, las losas del piso de su habitación. Lo más difícil es hallar la primera línea.
   Sus dedos en el teclado comienzan a hilvanar los hilos de una historia. Es la historia de un muchacho que sueña con ser cantante y se imagina en los grandes escenarios, rodeado de los fanáticos que llevan carteles con su nombre escrito. Imagina que sus discos rompen los récords de ventas, que sus videos ocupan el primer puesto en todas las listas de éxitos. Y sueña que sus fanáticos – millones de fanáticos – le tiran rosas al escenario. Pero no ha grabado discos, ni videos. Se gana la vida cantando para los turistas, en un viejo restaurante de la Habana Vieja.
   Un buen día le canta sus canciones a un cantante muy famoso, y el cantante lo graba, le hace algunas sugerencias sobre los arreglos, le da algunos consejos sobre la interpretación. Y le aconseja también que siga haciendo canciones, que no desista, que a lo mejor cualquier día se hace realidad su sueño. Y luego el joven escucha sus canciones en la radio, grabadas por el otro cantante, con magníficos arreglos. Y los discos del cantante rompen el récord de ventas, sus videos clips ocupan el primer puesto en todas las listas de éxitos. El muchacho de la historia les quiere contar a todos que esas canciones son suyas, quiere denunciar el plagio, pero nadie le hace caso. Las canciones no estaban registradas como suyas y ya nada puede hacer. Nada más seguir cantando en el viejo restaurante, hacerse viejo también. Seguir soñando con grabar su disco, sus videos... con debutar algún día en los grandes escenarios, y con recoger las rosas de sus millones de fans.
   - El argumento es bueno – le dice el profesor– pero le falta ese toque de maestría. Es una crisálida tu cuento, has de volver sobre él una y otra vez, hasta que pueda volar.
   Él organiza las páginas impresas, las guarda cuidadosamente dentro de su bolso rojo y vuelve cabizbajo a casa.

   Pasada la medianoche el famoso profesor no puede conciliar el sueño. Se sienta ante su vieja máquina de escribir, invoca a las musas griegas, a los espíritus de Baudelaire y Cortázar y, como todas las noches, no logra que se produzca posesión alguna. Contempla su techo blanco, las losas del piso de su habitación.
   Un magnífico argumento sobrevuela su cabeza, se apodera de sus manos. Teje con viejas palabras una historia nueva. Y los personajes andan de cuartilla en cuartilla con auténtica corporeidad. Y los personajes vuelan. Es la historia de un muchacho que sueña con ser cantante.